miércoles, 18 de junio de 2008

La tecnología de la mano de la ciencia



Prótesis artifial movida con la mente.

Un equipo de la Universidad de Pittsburgh (EEUU) ha logrado que dos monos muevan un brazo biónico y se alimenten gracias a él usando tan sólo la energía del pensamiento.
El equipo dirigido por Andrew Schwartz, profesor de Neurobiología, lleva bastante tiempo trabajando en este proyecto. Hace tres años, en la reunión de la
Asociación Americana para el Avance de las Ciencias, se dio a conocer los primeros resultados de tan prometedora investigación.
Como primera fase del experimento, los monos visualizaron el movimiento que posteriormente debían realizar y probaron a mover la prótesis usando un joystick, o sea que aprenden primero viendo el movimiento, lo que activa las células cerebrales como si realmente lo estuvieran haciendo.
Para ver como funciona este mecanismo y para medir la actividad neuronal, se les insertaron unos microelectrodos (un tipo de chip) en la corteza motora de su cerebro, que es donde se genera el movimiento voluntario. La actividad cortical se había utilizado para demostrar que el cursor de una pantalla de ordenador puede moverse (con la mente).
Estos receptores, situados en las vías neuronales del córtex, se encargaron de enviar la información sobre las conexiones neuronales a un programa informático diseñado para traducirlas. En última instancia, este software fue el responsable de transmitir las señales necesarias para mover la prótesis.
Para lograr esta conexión entre el cerebro y la tecnología, los expertos diseñaron un algoritmo matemático -que es la base del citado programa-. Éste capta la información de un centenar de neuronas implicadas en el movimiento y la traduce a un 'lenguaje' comprensible por el brazo biónico. Es decir, la prótesis se movió porque los monos pensaron en hacerlo, pero también gracias al dispositivo que se encargó de traducir esta idea en impulsos eléctricos.
Sorprendentemente los simios se han ido perfeccionando con el manejo de la prótesis en un corto tiempo. En los datos que ahora presentan, este movimiento es mucho más fluido y natural, cada vez más similar al de un brazo normal, este brazo biónico permite la flexión, abducción, aducción, rotación externa e interna, y la extensión del codo. La mano se basa en un puño motorizado que realiza el movimiento de pinza, lo que aporta un mayor control de la distancia entre ambos dedos.
Además de adentrarse en el funcionamiento del cerebro, el esfuerzo de estos investigadores se centra en un objetivo más concreto; desarrollar una prótesis que ayude a las personas con parálisis o con problemas a la medula espinal. Según los investigadores cuanto más comprenden el cerebro, mejor podremos tratar una variedad de trastornos, desde todo lo que tenga que ver con el Parkinson y la parálisis hasta el Alzheimer o, quizás, algunas enfermedades mentales.


Su uso en la práctica clínica todavía está lejano.
Los científicos aplauden los resultados obtenidos por el grupo de Schwartz todo se muestran especialmente impactados por el avance tecnológico que ha producido con estos experimentos.
Además se destaca que las neuroprótesis podrían minimizar la frustración con la que, a menudo, se topan los pacientes durante la rehabilitación. Su menor capacidad motriz sólo les permite avanzar lentamente, en contraposición al esfuerzo intenso y prolongado que realizan.
No obstante, a pesar de los halagos, este experimento se apresura a aclarar que todavía queda mucho tiempo para que las prótesis den el salto a los centros de rehabilitación, ya que no ofrecen los avances conceptuales o técnicos necesarios para superar los distintos obstáculos que deben sortearse para su aplicación en la vida humana.


Por: Claudia Carrasco C.